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Ravioles, Deméter en la cocina

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  Deméter, enfrentando a Hades para recuperar a Perséfone, revela que arrancar a los hijos del infierno no es estar contra las cuerdas del ring sino estar dispuestas a comerlas. Sin el poder de la diosa, temblando, una mujer prepara una picada sobre una mesa ordinaria, de una casa ordinaria, en un día ordinario. Una niña grita, golpea las manos con ritmo, repite papi papi, se da golpecitos en la cara, se baja la medibacha, corre por el comedor abrazando su peluche. La radio cumple su función de aturdir. Un hombre derrotado pregunta a qué hora, si ya sabe si vienen. La mujer no sabe, se nota que no sabe. Un timbre fuerte. Dos hombres de civil, armados, arrastran dentro de la casa a un joven encapuchado. De este joven no saldrá la voz sino el gruñido que da el terror, y solo eso. Una vecina, curiosa, pasea entre ellos su ingenuidad. Ravioles es el biodrama —o lo que podemos llamar teatro documental— de Osvaldo Peluffo y Gabriel Scavelli , que atraviesa su tercera temporada en cartel entr

Petit Hotel Chernobyl, el breve espacio en que no estás

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 En una deliciosa armonía de humor, ternura y suaves relámpagos de tragedia, Petit Hotel Chernobyl —escrita por Andrés Binetti y dirigida por Nicolás Manasseri— nos permite acercarnos a ese conjunto de mujeres que conviven en el breve espacio de un cuarto y hacen de él un refugio, una trinchera, un escondite.  A la miseria, al hambre dolorosa de la soledad, se le contrapone la solidaridad de la esperanza, de la empatía. La resistencia de las que no se rinden ni aún vencidas, abrazadas —y bamboleantes— en la orilla que divide la fe del abandono. Una maestra que odia a los niños. Una tenista que no ha ganado un partido. Una entrenadora que insiste sobre la tenista y su "estrenamiento" como la luz utópica que las colocará fuera de la sombra de la pobreza. Una joven muchacha que observa, como una Medusa con poderes agotados, desde los altos de una cama cucheta, unida y distante. Serán ellas cuatro, y sus múltiples vínculos, las que concentrarán la esencia del relato: ¿Cuál es el

Paisaje KM31, las formas de la soledad

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Año 2009, un país seguía los detalles de la desaparición -y el hallazgo- de la familia Pomar mientras exportaba 40 millones de toneladas de soja al exterior. En la vastedad pampeana, protagonista pobre de la riqueza que genera, una radio informa las últimas novedades del caso.  Dos mujeres ejercen la prostitución como única (y escasa) salida laboral. Son tan víctimas de la impunidad y el abandono como aquella familia de la que hablan los medios, pero sus cuerpos respiran, y sabemos que los cuerpos que respiran no son de interés para los noticieros. Paisaje KM31, escrita por Lucila Garay y dirigida por el colectivo de actorxs, encuentra la historia mínima que se expande en su significado hasta lo universal. Reflexiona, en la inocencia de la voz de dos mujeres, las múltiples formas en las que nuestras vidas quedan impregnadas en la tragedia. La voz del largo desierto sojero enriquecido y saqueado donde las tierras y los cuerpos son propiedad privada de quien ejerza el poder. ¿Y los sueño

Reinaldo Arenas: migración, escritura y precariedad, por Emilene Nuñez Campos

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  En el marco de la teoría queer , los estudios de género y de la tematización de la precariedad como línea de indagación, se analiza la escritura de Reinaldo Arenas en torno a la cuestión de la migración impuesta, la escritura como resistencia y la precariedad de los cuerpos disidentes del sistema heteronormativo. La producción de Reinaldo Arenas es leída como literatura de resistencia perteneciente a la diáspora homoerótica del Caribe ya que el escritor, en su condición de hombre homosexual, transitó por diferentes espacios en los que su conducta era considerada impropia. La escritura fue una provocación en el momento crítico de su disidencia del gobierno cubano, un grito de libertad desde el exilio y un permanecer durante la última etapa de su enfermedad. Su narrativa es un registro de las prácticas migratorias de un sector de la sociedad no perteneciente a la matriz heteronormativa que tuvo lugar en los años posteriores a la Revolución cubana, periodo en el cual se profundizó la pr

Salvajada, si el tigre es manso come la bazofia y no dice nada

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“Aquí se cuenta la historia de un tigre que se crió y se educó entre los hombres, y que se llamaba Juan Darién”. Hace un siglo, Horacio Quiroga publicaba su cuento en el diario La Nación. La historia de una mujer que pierde a su hijo y cría a un tigre se transforma en un breve y poético ensayo sobre el otro, sobre el lenguaje, sobre la naturaleza, sobre la cultura, sobre el límite de lo humano y la figuración animal de un pueblo que se mira sin verse, que se observa sin reconocerse. Salvajada, bajo la dirección de Luis Alberto Rivera López, el dramaturgo Mauricio Kartun nos regala una luminosa adaptación teatral que impresiona por su vigencia. El humor, la ironía y la violenta ternura construyen una narración que da un salto desde lo fantástico para interpelarnos el miedito de no encontrarnos en el otro con lo conocido, con lo esperado.  ¿Quién es ese Juan Darién que perseguimos? ¿Qué haremos con los Juan Darién que crecen en las selvas? ¿Habrá leches para los animales sin madres? ¿Hab

Nación Alambre, el material que somos

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  Un árbol seco y gigante, dos adjetivos rotundos de un simbolismo con escalofríos, ocupa el espacio central del escenario. Estamos en el día 21 de diciembre del año 2001, y la odisea no ocurre en el espacio, sino dentro de una de las oficinas de la Casa Rosada. Un circense cerro de papeles aguarda su momento de ingreso a la máquina que los transformará en tiritas; nada se encuentra en su concepto establecido, ni la oficina, ni el uso del lenguaje, ni los cuerpos, un acierto estético y político. De qué otra forma puede contarse esta historia. Pero como todos los amaneceres no pueden negar su comienzo, María — tan jovencita y entusiasta, asistente de la secretaria del presidente entrante— llega entre el caos, para preparar la asunción, ingresando en ese otro caos que es el mismo pero distinto, palaciego, carente de elegancias, exuberante en sus miserias.  Nación alambre, escrita por Guadalupe Pita Monzón, se despliega alejándose de cualquier realismo que nos impida observar aquel tiempo

Una tarde en el Delta, lo que el río no ha callado nunca

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  El paso del tiempo, el tiempo, las mujeres, la historia contada, la historia callada, la vida en su azar, la muerte en su constancia. El hilo que narra Una tarde en el Delta construye poéticamente una perspectiva que no es tenida en cuenta al momento de sintetizar nuestra propia historia, la mirada del equipo de trabajadores “no notables” que pusieron el cuerpo en las investigaciones que dieron curso a los juicios a las Juntas militares en el año 1985. Hablamos de la valentía de realizar algo a pesar del miedo, sí, pero también de lo que ocurre en el ser humano cuando se acerca a otro que ha sido torturado con máxima crueldad, para escucharlo, para no evitar que la empatía los transforme en un solo cuerpo herido. Tres mujeres se reencuentran, en condiciones muy particulares, en un paseo del Delta. Un Paraná, con su barro y su memoria, fluye como otro testigo de los que no pueden ser entrevistados. Sabe el río, sufre el río, ha debido cargar en sus brazos los cuerpos destrozados