Reinaldo Arenas: migración, escritura y precariedad, por Emilene Nuñez Campos
En el marco de la teoría queer, los estudios de género y de la tematización de la precariedad como línea de indagación, se analiza la escritura de Reinaldo Arenas en torno a la cuestión de la migración impuesta, la escritura como resistencia y la precariedad de los cuerpos disidentes del sistema heteronormativo. La producción de Reinaldo Arenas es leída como literatura de resistencia perteneciente a la diáspora homoerótica del Caribe ya que el escritor, en su condición de hombre homosexual, transitó por diferentes espacios en los que su conducta era considerada impropia. La escritura fue una provocación en el momento crítico de su disidencia del gobierno cubano, un grito de libertad desde el exilio y un permanecer durante la última etapa de su enfermedad. Su narrativa es un registro de las prácticas migratorias de un sector de la sociedad no perteneciente a la matriz heteronormativa que tuvo lugar en los años posteriores a la Revolución cubana, periodo en el cual se profundizó la precariedad de los cuerpos disidentes y migrantes que transitaron desde la isla hacia el norte del continente.
Reinaldo Arenas, además de pertenecer a la diáspora cubana de los años 80, se inscribe dentro del movimiento de escritores latinoamericanos queer del siglo XX por sus prácticas discursivas y por los acontecimientos que marcaron su propia vida: censura, vulnerabilidad y exilio (Foster, 1992). En Arenas este exilio sucede “en términos de la huida del individuo más que en la deportación masiva” (Foster, 1997: 1). Los fenómenos tales como la persecución, tortura, opresión, encarcelamiento y ejecución tienen como víctima histórica al homosexual, principalmente en “sociedades que juzgan la homosexualidad como un acto voluntario y escandaloso por parte del individuo, como una opción pecaminosa o socialmente rebelde” (Foster, 1997: 1). Es necesario señalar que existen formas de distribución de la vulnerabilidad y de exposición a la violencia que configuran territorios más permeables a las prácticas agresivas (Butler, 2006). Las memorias de Arenas describen una larga lista de acosos, persecuciones y encarcelamiento que lo obligaron al exilio y a la vida precaria. Su producción escrita se ha abordado desde diferentes aristas: como paradigma de los escritores homoeróticos y exiliados de América Latina (Foster, 1997), como novela testimonial y autobiográfica (Panichelli, 2005), o en su relación enfermedad, escritura y muerte (Vaggione, 2013). En Arenas, se puede hacer también una lectura y reflexión en torno a la cuestión de la migración impuesta, la escritura como resistencia y la precariedad de los cuerpos e identidades queer.
Hablar de lo queer, conlleva problematizar también los conceptos de género, sexualidad e identidad. Al respecto, se considera que el género es un medio discursivo, una superficie sobre la cual actúa la cultura, y que el cuerpo es un texto en el cual transitan subjetividades. Todo cuerpo o conducta censurados dan cuenta de la precariedad de una forma de vida que es vigilada y sobre la cual se ejerce la punición por desacatar la norma heteronormativa.
La escritura en Reinaldo Arenas fue vista como un acto de transgresión: la necesidad de escribir para sobrevivir y para demostrar haber vivido una realidad que no debe perderse en los entramados de la memoria y del olvido. Foster (2005), sostiene que lo queer es una postura contestataria a los constructos sociales estándares y heteropatriarcales. Estos aspectos se observan en la escritura de Reinaldo Arenas en todas sus obras sobre las que mantiene una posición radical y marginal respecto al centro heteronormativo hegemónico al cual acusa y contra el cual se rebela.
Reinaldo Arenas transitó una época de cambios, revoluciones y tendencias que fueron emblemáticas para la historia y la literatura de América Latina. Fue, además, uno de los símbolos más importantes del discurso queer que se materializó tanto en sus obras como en su propia conducta. Se desplazó por esa periferia en la que solamente tenían un espacio aquellos que no se ajustaban a la matriz heteronormativa. Formó parte de esos cuerpos considerados discontinuos que no se condicionaban a las prácticas reguladoras de coherencia de género, sufrió la discriminación, la marginación, la persecución y la censura por mostrar y contar una conducta juzgada impropia. Su obra literaria da cuenta de esta postura marginal, periférica y queer que marcó un hito histórico dentro de la diáspora homoerótica latinoamericana de la que formó parte.
Emilene Nuñez Campos
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