AntígonaS, en el nombre de la Lealtad

No llorés más amarguras extraviadas/que en la ciudad corre sangre/derramada entre hermanos/Y mientras tanto a vos te acongojan/las percantas amuradas, los inútiles taitas/ No me hables del artista y de su ilusión de humo/Hoy tenés que tocar un tango enorme/que despierte la paz del cementerio. Toda demanda, es una demanda de amor. A la tragedia clásica de Sófocles, la dramaturgia de Jorge Huertas le alcanza un Buenos Aires herido y confuso; una tierra desconcertada. Polínices se pudre en la Plaza de Mayo, el río reclama su poder de muerte y el hombre que manda cree, con una escandalosa certeza, que el horror es la Ley y él, el Dios responsable de ejecutarla. Toda demanda, es una demanda de amor. Las hembras asaltan el escenario, todas las voces son alumbradas desde el cuerpo disputado que atraviesa el tiempo. El cuerpo descosido, el embalsamado, el cuerpo discutido desde el útero hasta la falda, el que amamanta sin alimento o con él, este cuerpo que resucita, lujurioso, y resucita...