Petit Hotel Chernobyl, el breve espacio en que no estás
En una deliciosa armonía de humor, ternura y suaves relámpagos de tragedia, Petit Hotel Chernobyl —escrita por Andrés Binetti y dirigida por Nicolás Manasseri— nos permite acercarnos a ese conjunto de mujeres que conviven en el breve espacio de un cuarto y hacen de él un refugio, una trinchera, un escondite. A la miseria, al hambre dolorosa de la soledad, se le contrapone la solidaridad de la esperanza, de la empatía. La resistencia de las que no se rinden ni aún vencidas, abrazadas —y bamboleantes— en la orilla que divide la fe del abandono. Una maestra que odia a los niños. Una tenista que no ha ganado un partido. Una entrenadora que insiste sobre la tenista y su "estrenamiento" como la luz utópica que las colocará fuera de la sombra de la pobreza. Una joven muchacha que observa, como una Medusa con poderes agotados, desde los altos de una cama cucheta, unida y distante. Serán ellas cuatro, y sus múltiples vínculos, las que concentrarán la esencia del relato: ¿Cuál es el