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Mostrando las entradas de septiembre, 2021

La edad de la inocencia, la enfermedad que todos deseamos

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Aldo Pellegrini asegura que la poesía tiene una puerta cerrada para los imbéciles, y abierta para los inocentes. No posee cerrojo, aclara, pero la posibilidad de encontrar la apertura de esa puerta depende de quién ejerce el acto de intentar abrirla: si se trata de un imbécil, dícese de aquel que posee una aspiración sistemática al orden, o si se trata de un inocente quien, asegura Pellegrini, se niega a ejercer el poder porque los tiene todos. Es en ese sentido que la poesía de Juan Coronel y Javier Galvagni ejecuta su único acto de inocencia. Luego, llegarán con sus palabras para golpear desde el hondo camino de la juventud del conurbano que elige el lenguaje, que se apropia del mismo, para poner en el juego la piedrita de su particular observación.  ¿De qué habla la poesía que huele a Ceamse? ¿Es posible que la poesía huela a Ceamse? ¿Cómo se presenta la síntesis poética en los ojos del que pasa su tiempo entre el trabajo y el colectivo que lo lleva al trabajo? La enfermedad que tod

El derecho a transitar el Mientras Tanto

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Otra vez en la barra acodado, pero de pie para escribir y renacer en el arte de recomenzar que es respirar entre sorbo y sorbo atado al beso anterior, sí pero saboreando (ya) el después. Mientras tanto: Por favor te pido otra negra.     Ezequiel Wolf apunta alto. Dice desde el título de su libro nomas, una incomodidad. Mientras Tanto. No dice ahora, ayer o mañana. No hay punto de partida ni de llegada, todo es el pasaje, el puente. Atemporal lo suyo, en épocas donde lo único que se reclama a gritos es el equilibrio de dos puntos: inicio y fin, y a cantarle a Magoya por lo que quede en el medio.   El medio, para Ezequiel, es la palabra. La palabra escrita o hablada en radio, la palabra como anzuelo y pez, como poesía y como aullido sordo. Sabe Ezequiel que, precisamente por ese poder que le damos a la palabra, la transformamos en la mentira que mejor nos abrigue. Y no es eso lo que él quiere. No es muchacho de mentiras. Entonces va el poeta y le arranca cualquier v

El Cristo roto, una blasfemia milagrosa

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    El Cristo roto, la nueva novela de Marcelo Rubio, es un ejercicio delicado sobre el cómo desarrollar una historia interesante en una síntesis exacta. No hay imágenes de más, no toda la información será dada al lector (una confianza hacia nosotros que debemos agradecer), las bondades y sus reversos no son absolutos. Las apariencias de cada personaje no son más que máscaras que representan ese extenso carnaval que es la convivencia en un pueblo pequeño, con acciones pequeñas, con universos definidos, con secretos profundos. Nada que envidiar a las grandes ciudades, solo que en la inmensidad de individuos, esas grandes tragedias escondidas en la máscara logran disimularse mucho mejor.   Si la idea de una historia que acontece en un pueblo nos remite a cierta literatura específica (como Osvaldo Soriano), Marcelo Rubio encuentra otra posibilidad, más cercana a la poesía, a la construcción poética del pensamiento interno; reafirmando desde la belleza las rabias de un país aislado e

Lo que trae la niebla, y lo que deja el agua

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  Un boxeador “fantasma” y un periodista en transición a lo fantasmal.   No hay camino más fuerte hacia el desvanecimiento, que la pérdida del trabajo.   Y este periodista está a punto de saberlo, a menos que encuentre y le realice un reportaje  a Ruiz, el hombre que peleó con Alí y luego escondió su vida en el pueblito Laguna Profunda, donde, a pesar de su nombre, ya no hay agua.   Sí hay conejos. Muchos conejos. Tantos conejos que son (casi) el único alimento del pueblo y moneda de cambio. Parte de un sistema económico fantástico que incluye sauces que lloran con las lágrimas de una mujer y haikus escritos en fósforos por un comisario poeta.   La novela de Marcelo Rubio, “Lo que trae la niebla”, encuentra en la belleza de su construcción poética un delicado ejercicio de reflexión íntima y simbólica. La posibilidad de lo fantástico es aquí una necesidad, como lo es el extrañamiento a la poesía. Lo que se describirá excede la composición vulgar del lenguaje, precisa

Declaraciones subversivas por el derecho al ser, la poesía de Andrea Pachacama

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  Andrea Pachacama se presenta a sí misma desde su punto más íntimo y, para lograrlo, sabe debe reinventar la palabra que la nombra. Entonces, Andrea es Fishfirika, un ser humano al que nada de su condición le es ajeno. Fishfirika es una estratega superviviente de este comienzo de siglo pandémico y feroz. Ha poblado su poesía de los gritos propios y ajenos, y eso la transforma en trascendental.   Andrea tiene pocos años y muchas vidas. Hermana de la palabra y del verbo como sujeto, es parte del dúo Longas Fieras Subversivas   que azota impiadosamente la música y la poesía platense. “Declaraciones subversivas por el derecho al ser” es su primer libro.   Fishfirika dice en voz alta, con música o en silencio, la sangre que nos bulle, lo que entendemos y lo que no, las resurrecciones que nos construimos a diario. Heterogénea en sí, como palabra que aúna los pedazos de ella, los que ubicó en otros cuerpos en el rompecabezas de reconstruirse, y lo volvió poesía.   Andrea encontró