Adorno, en el borde del camino hay una silla
Como una experimentación de los andares donde la quietud es una ilusión del lenguaje, un hombre que usaba silla de ruedas llega al encuentro de su ex pareja, caminando. De la extraordinaria aparición, Ariana Caruso y Emiliano Mazzeo construirán una comedia que hace un delicado uso de su posibilidad: la risa descomprime al cuerpo y lo deja a la deriva, la risa expone el reflejo de nuestra rigidez. Una mujer herida y dramática es la ventana hacia este nosotras extraño donde el discurso que nos reclama poderosas parece una vindicación del sometimiento. Todo lo podemos solas, desde la creación de la cera depilatoria hasta la plantación de caña de azúcar. La invalidación del otro es la silla donde es reclamado. Manipulable y silencioso. El amor es una danza de poderes que reclama su cooperación y esta aparece, sobrevive, se impone. El deseo será demandado como ejercicio del rechazo. Del encuentro, el hombre que camina y no, duplicará la apuesta íntima por encima de aquello...